LAS ESCUELAS PROFESIONALES SALESIANAS

Es una comunidad educativo pastoral, dirigía por la Congregación Salesiana, que ofrece un servicio educativo integral a la juventud de Cartagena.

PROPUESTA PASTORAL

Honrados ciudadanos - Buenos cristianos...

OLIMPIADAS INTERNAS DE MATEMÁTICAS

Estimados estudiantes, se desarrollarán las Olimpiadas el día miercoles 05 de junio de 2019.

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martes, 27 de mayo de 2014

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA

EL VIENTO QUE AGITA LA CEBADA
(The wind that shakes the barley)

Dirección: Ken Loach.
Países: Irlanda, Reino Unido, Alemania, Italia y España.
Año: 2006.
Duración: 124 min.
Género: Drama.
Interpretación: Cillian Murphy (Damien), Pádraic Delaney (Teddy), Liam Cunningham (Dan), Orla Fitzgerald (Sinead), Mary O'Riordan (Peggy), Mary Murphy (Bernadette), Roger Allam (Sir John Hamilton), Laurence Barry (Micheail), Damien Kearney (Finbar), Frank Bourke (Leo), Myles Horgan (Rory), Martin Lucey (Congo).
Guión: Paul Laverty.
Producción: Rebecca O'Brien.
Música: George Fenton.
Fotografía: Barry Ackroyd.
Montaje: Jonathan Morris.
Dirección artística: Fergus Clegg.
Vestuario: Eimer Ní Mhaolddomhnaigh.
Estreno en Reino Unido: 23 Junio 2006.
Estreno en España: 15 Septiembre 2006.

SINOPSIS
Irlanda, 1920. Unos campesinos se unen para formar un ejército de guerrilleros voluntarios y enfrentarse a los despiadados Black and Tans [Negro y Caqui, por el color de sus uniformes], tropas británicas que habían sido enviadas para sofocar las aspiraciones independentistas de Irlanda.

Llevado por un profundo sentido del deber y por el amor hacia su país, Damien abandona su prometedora carrera de médico y se reúne con su hermano, Teddy, en una peligrosa y violenta lucha por la libertad.

Cuando la lucha de los insurgentes lleva a los británicos a un punto crítico, las dos partes firman un tratado para poner fin al derramamiento de sangre. Pero, a pesar de la aparente victoria, estalla la guerra civil, y las familias que habían estado luchando hombro con hombro se ven desgarradas, y sus miembros convertidos en enemigos.

INTRODUCCIÓN
Irlanda fue invadida por primera vez por los ingleses en el siglo XII. En esa época, el territorio estaba dividido por dominios gobernados por los barones del lugar. Durante siglos, los grandes propietarios ingleses se enriquecieron a costa del pueblo irlandés.

Una población de colonos se instaló allí para dirigir el país en nombre de los ingleses, al tiempo que las leyes mantenían a los irlandeses en un estado de sumisión. Además de impuestos y rentas, Irlanda proporcionaba a Inglaterra productos alimentarios (productos de granja) y mano de obra barata. Hambruna, desahucios y miseria eran el destino de la población rural de Irlanda.

Siguiendo la estela de la Revolución Francesa, la Sociedad de Irlandeses Unidos luchó por la independencia de su país, y en el siglo XIX el movimiento de la Hermandad Feniana continuó con esta lucha.

A comienzos del siglo XX, las aspiraciones independentistas no podían ser ignoradas, aunque fueron combatidas constantemente por el poder británico.


Comentarios de Ken Loach
«Empecé a interesarme por la historia de Irlanda a través de Jim Allen y su guión para Days of Hope [1975, para televisión], acerca de un soldado que se había alistado como voluntario para combatir en la Primera Guerra Mundial, pero que, en lugar de ir a luchar a Francia, es enviado a Irlanda. Más tarde, Agenda oculta (Hidden Agenda) abordaba los acontecimientos contemporáneos de Irlanda del Norte, pero siempre me pareció que estas dos películas no podrían ser entendidas sin conocer por qué se hizo la partición de Irlanda y cómo se originó el conflicto. Creo que lo que sucedió en Irlanda entre 1920 y 1922 es una de esas historias cuyo interés pervive; al igual que la Guerra Civil Española, es un momento crucial, que revela cómo una larga lucha por la independencia se vio frustrada en su momento de éxito por un poder colonial, que, al desprenderse de su imperio, sabía mantener intactos sus intereses estratégicos.

Ésa fue la habilidad de gente como Churchill, Lloyd George, Birkenhead y otros. Cuando se vieron acorralados, cuando ya no tenían realmente ningún interés en seguir negando la independencia, trataron de dividir el país y dieron su apoyo a aquellos que, dentro del movimiento independentista, podían aceptar que el poder económico siguiera estando en las mismas manos, aquellos con los que, según se decía en la época, “se podía hacer negocios”. Es una táctica que se ha seguido en numerosas ocasiones y en distintos lugares: a partir de una situación de abuso cometida por el poder central, movimientos con intereses divergentes se unen contra el opresor común, pero al final esas diferencias acaban provocando un enfrentamiento. Estoy seguro de que algo así es posible verlo hoy día en Iraq, donde la oposición a Estados Unidos y al Reino Unido une a un montón de gente, que descubrirán que tienen intereses muy distintos cuando los estadounidenses y los británicos se vean forzados a irse.

¿Qué podía haber pasado en 1922? ¿Podían haber ganado los republicanos que estaban en contra del tratado, y en qué dirección habrían llevado a Irlanda? Tan sólo cinco años antes, el levantamiento de marzo de 1916 había sido liderado por el socialista marxista James Connolly, y su movimiento de independencia se basaba en la lucha de clases: “La causa irlandesa es la causa de los trabajadores”. Sin embargo, los irlandeses han padecido durante muchas décadas los nefastos resultados de lo que fue realmente acordado en el tratado. Las continuas penurias obligaron a miles de personas a abandonar su país para dirigirse hacia Inglaterra o América. La partición llevó inevitablemente a la guerra en el norte, con la supresión de los derechos civiles. Me quedé sorprendido de lo familiares que siguen siendo todos esos acontecimientos en Cork y en sus alrededores, lugares en los que estuvimos rodando. Obviamente, todavía están presentes en Irlanda del Norte porque todavía siguen combatiendo en algunas de esas batallas, pero, aunque yo pensaba que en el sur todos esos recuerdos se habrían difuminado, conocimos a mucha gente con historias que contar. Casi todos sabían el nombre de los héroes locales de las columnas volantes (Flying Columns) y recordaban fechas y acontecimientos concretos: “Persiguieron a un Caqui por este campo, y dos más fueron capturados allá...”. La memoria subsiste mucho más allá de lo que se piensa.

Al principio sólo teníamos una hoja de papel en blanco y un gran fondo histórico, y el problema era cómo destilar todo esto en experiencias humanas. Entonces Paul Laverty diseñó unos personajes y una narración que los siguiera a través de diferentes conflictos, alianzas y resoluciones. La película debía describir un mundo que iba más allá de los puntos de vista individuales de cada uno de sus personajes, debía llegar a observarlos en sus interacciones, y Paul sabe cómo contar una historia en la que el contexto quede implícito: no es necesario destacarlo y subrayarlo todo. Si el guión funciona bien, los personajes podrán ser tan representativos como deben serlo y se tendrá la certeza de que el corazón de la historia seguirá ahí. Es muy difícil que las cosas que están mal en el guión puedan resolverse una vez que ha empezado la filmación.

Se trataba de encontrar el equilibrio entre una verdad histórica y un sentimiento más contemporáneo de realidad. Aparecerán sin duda algunos puristas que pongan pegas a algunas frases, pero yo diría que, a fin de cuentas, es pagar un precio pequeño. No se puede recrear exactamente el pasado, sólo podemos hacer una aproximación, intentado captar su espíritu y evitando los clichés. Las personas de más edad se fijarán más en el lenguaje, porque les resultará más cercano. Es un equilibrio delicado, y nada de lo que hagas será absolutamente satisfactorio.

En mi opinión, hay bastante hipocresía en las películas de guerra que sostienen que son antibelicistas cuando una parte considerable del espectáculo que proponen incluye explosiones y sangre. No me parece que eso sea muy serio.

Yo no diría que ésta es una película antibritánica. Animo a todo el mundo a que vea sus lealtades en un plano horizontal, más allá de las fronteras nacionales, así que ésta no es una película acerca de ingleses que golpean a irlandeses. A menudo la gente tiene mucho más en común con la gente que está en su misma posición social en otros países que con aquellos que están en la cima de la escala social en el suyo.

Se puede argumentar que tenemos la responsabilidad de combatir los errores y las brutalidades de nuestros líderes, tanto de los del pasado como de los del presente. Lejos de ser antipatriótico, es un deber que no podemos ignorar. Es curioso que Blair nos haya puesto en guardia recientemente contra el antiamericanismo. Al hacer esto, sustituye al Gobierno de Estados Unidos por la gente: no hay que criticar los errores que está cometiendo el Gobierno porque estaremos atacando al pueblo estadounidense. Es un argumento falso, que se ha utilizado mucho tiempo.

Los ingleses dejaron una herencia terrible en Irlanda, y las fuerzas progresistas sufrieron un enorme revés después del tratado. Pero a pesar de eso, a pesar de todo ese sufrimiento, el hecho es que los ingleses se fueron. Y en ello hay un elemento de esperanza.»




miércoles, 21 de mayo de 2014

La teoría económica de Keynes


John Maynard Keynes (1883-1946), economista británico, sostenía ya en 1913 que el liberalismo económico de corte clásico necesitaba adecuarse a las circunstancias económicas y sociales del nuevo siglo.


Esa afirmación la sistematizaría en su obra “Teoría general sobre el empleo, el interés y el dinero”, publicada en 1936. En ella analizaba las causas de la depresión mundial y proponía una serie de recetas para solventarla. Aseguraba que el motor de la economía habría de sustentarse en la adecuada relación entre la oferta y el consumo, pues de ella dependían los beneficios empresariales y la inversión.

Según Keynes la crisis de 1929 había retraído la demanda y era necesario estimularla de alguna manera, generando una demanda adicional que tirase de la producción. Las medidas no intervencionistas de los estados capitalistas no habían logrado tal objetivo. Abogaba por tanto por una activa intervención del Estado que restableciera el equilibrio entre oferta y demanda.

Básicamente proponía lo siguiente:
Desarrollar una política de inversiones estatales en obras públicas (carreteras, pantanos, etc.) que sirviese de estímulo a la iniciativa privada a través de la demanda de cemento, hierro, componentes industriales, etc. La mano de obra empleada en estas actividades aminoraría el desempleo, incrementaría la masa de consumidores y estimularía la actividad económica.

Poner en circulación abundante dinero con el fin de estimular una moderada inflación. El peligro de una alta tasa de inflación sería inexistente en tanto el paro fuese elevado.
Incrementar los salarios. La reducción de los salarios como medida para mantener el empleo (defendida por los economistas clásicos) fue refutada por Keynes quien aseguraba que el empleo no dependía de los salarios sino del consumo y la inversión. Una disminución de los sueldos de los trabajadores provocaría un retraimiento que deprimiría el consumo y en consecuencia, la producción.

Intervenir en todos los sectores económicos, regulando la fijación de precios, salarios, mercado laboral, concediendo subvenciones a las empresas, etc.

Keynes abogó por el abandono de la ortodoxia del "laissez-faire" que había guiado el capitalismo del siglo XIX y propuso un mayor protagonismo del Estado en la vida social y económica. Fue precisamente lo que mediante el New Deal puso en práctica en Estados Unidos el presidente F. D. Roosevelt a partir de 1933.

PENSAMIENTO ECONÓMICO DE JOHN MAYNARD KEYNES

La "teoría general"

El principal problema que enfrentaba el mundo de los años 30 era el enorme Desempleo. Frente a esto, la tradición de la economía clásica planteaba que, por tratarse de una cuestión puntual, el desequilibrio momentáneo se ajustaría automáticamente por medio de una baja en los salarios.

Keynes, sin embargo, discrepaba por completo: la economía se podía encontrar en Equilibrio, pero con un alto nivel de Desempleo. Para él, la Desocupación existente en Inglaterra, lejos de ser puntual, era estructural. Frente a esto, la autoridad debía hacer un enérgico uso de la Política Fiscal (Impuestos y Gastos gubernamentales) para "desatascar" la economía. En el Fondo, lo que proponía era que el Estado complementara el mecanismo de Mercado del sector privado, que no conseguía resolver por sí mismo el problema de la ocupación.

El planteamiento general que hizo Keynes en materia económica es que se debía incrementar el Gasto público en los períodos de Recesión -haciendo que el Estado incurriera en un Déficit- para generar Demanda adicional que estimulara la Inversión y disminuyera el Desempleo. De esta forma, Keynes confiaba en que el gobierno podía moderar y hasta eliminar los ciclos económicos interviniendo en la economía.

La importancia de la Teoría general de la ocupación, el Interés y el Dinero fue tal que, para muchos, funda la Macroeconomía, una de las ramas de la teoría económica moderna, dedicada a explorar las relaciones entre los grandes agregados de la Renta nacional.

Otro aspecto fundamental en la economía keynesiana es el papel que juegan las Expectativas sobre el Ciclo Económico. El autor consideraba que éstas -las cuales dependen exclusivamente de factores psicológicos- tienen efectos importantísimos sobre la Inversión y, por tanto, sobre la economía en general. Sin embargo, las decisiones de Ahorro las toman los individuos en Función de sus Ingresos, mientras que las decisiones de inversión las toman los empresarios en Función de sus expectativas. De este modo, no hay ninguna razón para que el Ahorro y la Inversión coincidan, como lo había señalado la mayor parte de los economistas clásicos.
Así, cuando las expectativas de los empresarios son favorables, éstos están más dispuestos a realizar proyectos de Inversión, lo que provoca una fase expansiva y un gran Crecimiento a la economía. Por el contrario, cuando las Expectativas son desfavorables, la contracción de la Demanda puede provocar una depresión. Y es precisamente ante esto que el Estado puede impedir la caída de la Demanda aumentando sus propios Gastos.

En cualquier caso, lo que Keynes quiso transmitir es que el futuro era desconocido y "desconocible" -en el sentido de que no puede inferirse racionalmente-, debido a que está fuertemente marcado por variables psicológicas. Al hacer esta observación puso una enorme interrogante a la capacidad de realizar pronósticos útiles en la economía.

El prestigio alcanzado por John Maynard Keynes fue tal que el rey Jorge VI le nombró barón en 1942, ingresando en la Cámara de los Lores. Durante su vida, Keynes había ocupado altos cargos en la administración británica, como el de consejero financiero de la Corona y gobernador del Banco de Inglaterra. Al final de su vida también colaboró con el plan británico de la Conferencia de Bretton Woods, en 1943, cuyo objetivo era evitar desórdenes monetarios como los sucedidos antes de la Segunda Guerra Mundial. Para ello se propuso la creación de un Banco internacional que regulara la Oferta Monetaria, lo que dio origen al Fondo Monetario Internacional. Keynes murió tres años después, en 1946, en Sussex.

Si Bien se podría decir que la revolución keynesiana no consistió en construir un nuevo edificio teórico, sino que más Bien se limitó a ordenar el sistema económico heredado, es incuestionable que Keynes removió tanto la política como el análisis económico. Con el paso de los años sus ideas fueron penetrando en el mundo académico y en las políticas económicas de los países del mundo occidental. Muchos vieron con entusiasmo una política capaz de darle un segundo aire al sistema capitalista después de la crisis, e incluso los socialdemócratas miraron con Interés una doctrina que propiciaba la intervención del Estado en la economía. Sólo los más liberales se opusieron con fuerza a sus ideas intervencionistas.

BIBLIOGRAFÍA

http://www.eco-finanzas.com/economia/economistas/Keynes-Pensamiento-economico.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Keynesianismo

http://www.altillo.com/EXAMENES/uba/economicas/cicloprofesional/macroeconomia/macro2007resukeynes.asp